El Levante sigue vivo por accidente y continúa en la pelea por el ascenso dependiendo de sí mismo. El del sábado es el partido clave que no se puede fallar, pero quedarán otras cuatro finales.
Los granotas pretendemos que el del sábado sea el partido de nuestras vidas. Recibimiento apoteósico, campo lleno, grada entregada, colorido inicial para marcar el primer gol antes de empezar… pero aun quedarán cuatro finales más. Si todo va bien, será el primero de nuestra vida. Aunque se obtengan los tres puntos, no se habrá ascendido. Ni mucho menos. Luego quedarán Tenerife, Ibiza, Villarreal y Oviedo. El del Alavés será uno más. Pero decisivo. Una derrota nos apartaría de cualquier opción… pero nunca se sabe. Porque la euforia en las últimas jornadas nos viene cuando no juega el equipo. Solo regresa la ilusión con los fallos de los otros. Vivimos por accidente. Entonces nos vuelven a salir las cuentas y repetimos otra vez el “todavía dependemos de nosotros mismos”.
Porque cuando el Levante juega desde hace dos meses, el granota se hunde en las miserias del resultado pobre, con un fútbol rácano, sin gol, miedoso, lento y previsible. Se desespera viendo qué hubiera pasado con una victoria de tres puntos… pero cuando son los otros los que fallan, regresa otra vez la euforia y el “ahora sí que la próxima es una final”.
Parece que los cinco de arriba estemos aplicando eso que ahora tanto se lleva en la pedagogía moderna de igualar a todos por abajo y que nadie pierda para evitar frustraciones que puedan afectar la autoestima. Hasta el punto de que se puede ganar pese a perder. Y ahí seguimos en bloque cuando solo quedan cinco jornadas, todos con la esperanza y la ilusión intacta, autoconvenciéndonos de que vamos a subir directos, aunque sea sin merecerlo.
Llega el momento de Calleja, la hora de la verdad. Está en su mano. La competición nos da el sábado una nueva bala en la recámara que esta vez sí debemos aprovechar.
Nadie podía pensar hace ocho jornadas que, solo sumando ocho de los siguientes 24 puntos, el Levante seguiría vivo a estas alturas, a cuatro puntos del líder. En el fondo se demuestra que siempre hay vuelta atrás y una nueva oportunidad en la vida. Como escribió el norteamericano Jackson Brown, “la oportunidad baila con los que ya están en la pista de baile”.
Podría esgrimirse como excusa a tanta pifia las lesiones que han podido mermar el potencial y alterar la dinámica de crecimiento del grupo en un momento dado. Bien cierto es que pocos pensarían que caería lesionada de gravedad la columna vertebral en bloque: Cárdenas, Vezo, Pablo Martínez y Campaña (bueno, este último tampoco era tan descabellado imaginárselo). Y ahí seguimos. Esperando que Calleja demuestre su valía, dé un golpe en la mesa y haga algo para inyectar ambición a la plantilla, alejar los miedos y sacar al equipo de su letargo.
Llega la hora de la verdad. El míster debe ser capaz de aplicar la máxima del autor indio Ritu Ghatourey: “deja que el mañana sea tu segunda oportunidad para demostrar que eres mejor que hoy y que ayer”. Está en su mano. La competición nos da el sábado una nueva bala en la recámara que debemos aprovechar. La última quizás. O no.
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