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Para morirse

  • José Martí
  • hace 15 horas
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: hace 39 minutos

El muerto de agosto está muy vivo en octubre, con tendencia a mejorar.


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Este Levante empieza a dar miedo. Al menos fuera de casa donde se ha convertido en un rival difícil, de susto o muerte (permítanme la licencia hallowenera). Como en Orihuela, donde casi se nos atraganta la Copa en un partido que, una vez más, se convirtió en un correcalles pese a tener el marcador favorable desde el inicio. ¿No hay manera de cerrar los partidos, de tenerlos controlados? Parece ser que no.


El domingo acudiremos al Ciutat para enfrentarnos al Celta tras haber pasado el sábado por el cementerio, en el obligado recuerdo a los nuestros por estas fechas.


Como el gran Eduard que, a los pocos días de volver de El Plantío (el de Burgos, no La Canyada), se pasó por el camposanto de Godella y, en la lápida de un amigo donde luce esculpido el escudo granota, pegó un papel con un mensaje entusiasta: “Paco, estem en Primera!!!”. Cuando me lo contaba volvía a recordar una vieja anécdota de aquél Napoli que ganó el Scudetto del 87 y alguien escribió en la tapia del cementerio: “Lo que os habéis perdido”. A la mañana siguiente apareció otra pintada: “¿Quién ha dicho que nos lo hemos perdido?”.


"Asumir que no vamos a vivir aquí abajo siempre, aunque seamos del Levante, es pura vida" 

Es saludable tener presente la muerte. Se diría que muchos se prohíben cualquier pensamiento de fugacidad, que prefieren no vislumbrar futuros y que solo enunciar algo así les desasosiega. En el fondo, los “morituri” estamos más preparados para despedirnos que quienes viven ignorando su finitud sin caer en que, al final, como dijo alguien (no me pregunten quién) “la muerte es lo más relevante que nos pasa en la vida”. Asumir que no vamos a vivir aquí abajo siempre, aunque seamos del Levante, no olvidarnos que somos mortales como decía Cicerón, es pura vida. 


Volviendo a Halloween, este Levante se ha convertido -insisto- en un equipo que empieza a infundir terror. Con un delantero que hace temblar el área contraria, una gigantesca pareja de centrocampistas (Arriaga-Vencedor) que crece en plan Godzilla con cada jornada que pasa, un míster siempre vestido de negro, un niño “Carlitos” sembrando el pánico con un cuchillo en tres cuartos de campo o un jorobado renqueante que siempre aparece al final.


Aunque lo realmente espantoso es lo que viene ocurriendo en la otra acera de la ciudad. Allí todo son calabazas y malas noticias de quienes andan continuamente ensayando para la capilla ardiente y el entierro. Una lástima. Aunque no me negarán que todo esto era previsible cuando hace una década colocaron una alfombra roja al multimillonario de Singapur que iba a solucionar todos los males económicos y deportivos del club de Mestalla (viejo o nuevo). Peter quédate. 


Nosotros a lo nuestro. A seguir creciendo. A conseguir meter miedo también en casa, empezando por los vigueses. Volver a hacer de Orriols un fortín. Como antaño. O no.  

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