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José Martí

¿Nos vamos a Burgos?

El decepcionante empate ante el Andorra ha apagado la ilusión granota por volver a reengancharnos y acompañar al equipo al mítico El Plantío.



La tentación siempre está ahí. En cada partido accesible fuera de casa, siempre tenemos el aguijón personal o ajeno animándonos a desplazarnos con argumentos como “nunca hemos estado en ese Estadio”, “el horario es perfecto” o el definitivo “ahora no podemos dejar solo al equipo”. En los últimos tiempos se impone el “con lo que hemos sido nosotros” o el “te estás haciendo mayor, papá”. Un clásico desde hace años, incluso cuando éramos más jóvenes.


La victoria ante el Sporting nos levantó el ánimo invitándonos de nuevo a soñar con reengancharnos, volviendo a hacer números más agradables que las cuentas de Danvila. Pero el miércoles noche volvimos en el Ciutat a la cruda realidad de algunos jugadores totalmente desconectados que se creen más de lo que son, que no sienten el escudo y que matan al equipo. La actitud pasiva desde el primer minuto frente al Andorra nos retrotrajo a Calleja.


Regalamos dos puntos (y gracias que no perdimos) por las malditas rotaciones y el intento de Miñambres de sumar a todos a la causa. Pero tan importante eran los tres puntos frente al Andorra como contra el Burgos, si no más, por resultar sobre el papel más asequible. ¿Cómo justificar entonces los siete cambios respecto al anterior encuentro?


Felipe debe dejarse de diplomacias y de intentar hacer “gestión de vestuario” porque el margen de reacción se estrecha. Solo quedan doce partidos. Nada más. Y debe alinear siempre a los que van a muerte y funcionan. Y a quienes no sienten el escudo, juegan para sí mismos, siguen fuera de forma o resultan inoperantes, siempre viviendo en el fuera de juego, debe mantenerlos en un discreto segundo plano, intentando que no se conviertan en un obstáculo para alcanzar el objetivo. Son manzanas podridas que apenas suman. Lo mejor que pueden hacer es entrenar a tope e intentar molestar lo menos posible. Eso es “gestión de vestuario”.   


Solo quedan doce partidos. Nada más. Y Felipe debe dejarse de diplomacias y alinear siempre a los que van a muerte y funcionan.

El Plantío, donde nadie ha ganado este curso, será una de las últimas oportunidades para evitar descolgarnos casi de forma definitiva. Recordamos el estadio burgalés con añoranza del pasado. Nos recuerda las antiguas retransmisiones en blanco y negro, con el terreno de juego nevado, con Manzanedo, nuestro gran Floro Garrido, incluso Juanito… El de actual es un conjunto correoso, con un terreno de juego pequeño y difícil; con mucha presión dentro y fuera, donde hay que saber jugar porque la más mínima distracción te cuesta gol.


Tras el triste empate de esta semana, solo nos sirve la victoria. A este paso, si seguimos motivándonos, aún terminaremos viajando a Burgos… O no.   

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