No le abandonaron en 3ª
- José Martí
- 1 oct
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Actualizado: 2 oct
Existen numerosos paralelismos entre los dos rivales del sábado en el Carlos Tartiere.

En vísperas de la visita del Levante al Carlos Tartiere (sábado a las dos del mediodía, oh sorpresa) ha caído en nuestras manos la revista Líbero centrada en el ascenso de los carbayones a Primera, 23 años después.
Sorprenden las numerosas similitudes históricas entre ambos clubes, más allá del sentimiento común de amor a unos colores por encima del resultado, dada nuestra complicada relación con el triunfo.
Al acabar la guerra, el Oviedo no pudo competir con su campo destrozado y también tuvo problemas para reunir a sus jugadores. De hecho, los mejores acabaron “cedidos” en otros equipos por orden gubernamental. Con el tiempo, décadas después, también construyeron un nuevo estadio en otra ubicación dejando el anterior, más céntrico, para otras cuestiones más crematísticas.
El Real Oviedo, como el Levante UD, cayó en barrena, con presidentes nefastos, descensos administrativos incluidos, y coqueteos con su desaparición. Atravesó como pudo los duros años de plomo, sorteados por la fe de su afición. Deambuló por el barro de la Tercera División asturiana en campos de poblaciones como Cuideru, Polo de Lena, Astorga o Grado que nos recuerdan aquellos desplazamientos a Nules, Alginet, Catarroja o Benidorm.
Más curiosidades: el socio número 1 del club, Chani, de 101 años, (su Paquito Fenollosa), tuvo un hijo jugando con el primer equipo en Segunda conocido por haber sido la sombra de Cruyff durante un Oviedo-Levante.
También contó en los ochenta-noventa con dos grupos de animación enfrentados en sus gradas, marcados por la ideología, que -como aquí- terminaron derivando en un proyecto de animación apolítico.
"Hay que salir al césped valientes, con el cuchillo entre los dientes. Ni pusilánimes ni miedosos como en el curso pasado"
Además, mantiene una fuerte rivalidad con el vecino, el Sporting, cuyo nuevo propietario -también de un grupo mexicano- no parece tener su interés prioritario en el ámbito deportivo. ¿Les suena de algo? Peter quédate. Y más tras el 1-2 del martes.
Pero ¿Cómo no vamos a cogerle cariño a un club que acaba de hacer descarrilar el proyecto del otro equipo de nuestra ciudad, donde Javier Calleja pasó sin pena ni gloria hasta ser cesado, o donde nuestro Mossa es un héroe local, asturiano adoptado, tras salirse en un derbi regional y marcar dos golazos?
Hubo un tiempo en que no se veían camisetas de estos dos equipos coloreando las calles. En el que, incluso, los chavales que iban al colegio con el escudo granota eran blanco de burlas. ¿Les resulta familiar?
En el nuevo Tartiere hay una generación de niños que ya lo han visto competir siempre en el fútbol profesional. Como en el Ciutat, donde los jóvenes no han vivido la travesía del desierto -ni falta que hace- y se han convertido en nuestro mayor tesoro. Su educación, como la nuestra, se ha forjado en las gradas de Orriols. Ellos encarnan perfectamente la imagen de una afición que nunca entendió de categorías ni de edades. Tan sólo de pasión, amor y lealtad.
Dicho lo cual, el sábado hay que salir al césped valientes, con el cuchillo entre los dientes. No pusilánimes ni miedosos como en el curso pasado. Será nuestro partido 600 en Primera (17 temporadas). En juego hay mucho más que tres puntos. O no.








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