El mensaje complaciente de Calleja, tras perder puntos sencillos, transmite conformismo y miedo. Y así es muy difícil lograr el objetivo.
Alguien debería recomendar a Javier Calleja cambiar su discurso postpartido. Suena ofensivo para el aficionado granota, casi como si se estuviera riendo en su cara. Y sabemos que esa no es la intención del míster. No se puede decir tras un partido plano como el del Tenerife que “el equipo está en un momento bueno, compite y genera ilusión”. Así. De carrerilla. Y más cuando vienes de dejarte empatar en el descuento por inanición, en Anduva, el público te ha pitado al terminar y la actitud generalizada es de conformismo en el empate ante un rival inferior. Es insultante para la inteligencia.
Calleja transmite un mensaje equivocado. Entendemos que no quiera hacer cargar sobre la espalda de los futbolistas, muchos jóvenes y con escasa experiencia, la losa de la responsabilidad del ascenso obligatorio. Que trate de poner el acento en lo positivo de puntuar algo y no en lo negativo de dejar de sumar dos puntos más. Vale. Y más cuando estás a mitad tabla.
Pero en el fondo con esa actitud proteccionista solo transmite a la plantilla desconfianza, conservadurismo y miedo a que se escape el resultado en cada partido. Y así, querido míster, es imposible subir. Porque el objetivo real de este curso no deja de ser el ascenso, por mucho que trate de enmascararse diciendo que “es una ilusión”, cuando en realidad “es una obligación” perentoria. Que se lo pregunten si no a Danvila y Pablo Sánchez.
Es una gran plantilla y el míster debería ser capaz de hacerles crecer, agigantarse y que fueran capaces de salir a comerse al rival, no a especular.
Un equipo refleja lo que es el entrenador: medroso, timorato, falto de resolución y sin nervio. Sin proponer. A la defensiva. Sin capacidad para leer los partidos sobre la marcha. Y así, dejando pasar las jornadas a base de empates, el equipo nunca despuntará y nos quedaremos al final en otro ¡ay!. Seguro que el técnico madrileño comparte la teoría de Bilardo cuando decía que “el partido perfecto es un cero a cero sin ocasiones de gol, nadie se ha equivocado”.
Recomendamos a Calleja dar un giro radical al mensaje. Transmitir a los jugadores entusiasmo, seguridad y confianza en sus posibilidades, que son muchas. Es una gran plantilla y el míster debería ser capaz de hacerles crecer en el aspecto anímico para que se lo creyeran de verdad. Que se agigantaran y fueran capaces de salir a comerse al rival, no a especular. A golear, no a ganar por la mínima. Esa es la labor del entrenador. Porque, como apuntó P.S. Scott, “muchas veces la ambición es más importante que la habilidad”. El Girona es un ejemplo.
Los tres próximos partidos contra rivales de arriba son clave. Espanyol, Leganés y Racing de Ferrol medirán el verdadero potencial de este equipo. Deberían ser capaces de salir en cada uno de estos tres partidos con interés, solvencia y avaricia para conquistar los tres puntos. En lugar del habitual fútbol especulativo de control, echarle entusiasmo y ganas. El nivel de los tres rivales podría ser la excusa perfecta para no ser conformistas, dar un golpe en la mesa y tratar de sacar nueve de nueve puntos.
¿Por qué no? ¿Quizás porque estamos hablando de Javier “Cagón” Calleja? O no.
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