Explosión de levantinismo
- José Martí
- hace 6 horas
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Con los festejos del ascenso contemplamos entusiasmados cómo la afición granota ha dejado de ser minoritaria.

Los granotas caminamos felices, con una sonrisa de oreja desde las 20.32 del pasado domingo. Nada nos puede amargar esta sensación de flotar sobre el cielo, de festejo continuo que durará hasta el último partido de la temporada frente al Eibar. Ni la envidia de nuestros vecinos, ni las tonterías del egocéntrico Morales mirándose su ombligo, ni la inevitable incertidumbre del futuro en Primera, ni el intento de unos pocos de politizarlo… Nada. Es momento de disfrutar, regodearse, agradecer y seguir celebrando nuestro sexto ascenso a Primera. La ocasión lo merece.
A esa hora del domingo 25 de mayo, las 20.32, estalló una explosión liberadora en todo el levantinismo. En Burgos, en el Cabanyal, en Orriols, en Ruzafa, en Paterna, Moncada, Godella... en muchos pueblos y puntos de la ciudad. El zapatazo salido de la zurda “del genio del fútbol mundial” (Ayats dixit) arrojó fuera de nosotros toda la amargura por los fracasos, contrariedades, traiciones y sufrimientos de los últimos cuatro años.
El gol del pequeño héroe sevillano ha producido una catarsis colectiva de la masa social granota en evidente fase de progresiva extensión. Basta ver la idiosincrasia de los miles de granotas que desbordaron las celebraciones: la gran mayoría eran familias, jóvenes y niños. ¡Quién nos lo iba a decir a mediados de los noventa, cuando el ascenso de aquel Levante de Carlos Simón a Segunda! Éramos poco más de un centenar de aficionados concentrados en la Basílica de la Virgen. Nadie podría sospechar entonces que, tres décadas después, llenaríamos la plaza del Ayuntamiento, con una afición rejuvenecida.
"El zapatazo de Carlos Álvarez arrojó fuera de nosotros toda la amargura por los fracasos, contrariedades, traiciones y sufrimientos de los últimos cuatro años"
Llevamos lloriqueando desde el domingo. A la mínima ocasión se nos lagrimean los ojos. Será la edad. Lo que nos resultó más emotivo fue, quizás, cuando caminamos el lunes, casi de madrugada, desde la plaza municipal hasta la fuente de las cuatro estaciones. Les confieso que lloré en Barcas al ver todo el ancho y largo de la calle, de principio a fin, invadido por levantinistas, caminando y cantando al unísono el “A primera, a primera”. Me emocioné. Pero ¿no decían que éramos cuatro gatos?
Nos conmueve comprobar el espectacular crecimiento de la masa social del club en pocos años, “a pesar de los pesares” (Bens dixit). El mérito hay que apuntárselo a la política de crecimiento de la masa social del anterior equipo de Quico Catalán. Consiguió sembrar la semilla del levantinismo en los corazones de cientos de niños y niñas que ahora, unos años después, son ejemplo de pasión y nos empujan a todos los granotas hacia arriba. Juventud con personalidad propia que han elegido ir contracorriente en una ciudad donde, hasta no hace mucho, imperaba el rodillo blanquinegro, apostando por unos valores distintos a los de aquellos que lucen títulos. Donde lo importante es la lealtad, el trabajo, la humildad… el sentimiento granota.
Gracias por darnos tanta felicidad a quienes lo habéis hecho posible. Hemos vuelto. ¡Estamos en Primera! Sí.
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