Existe un ADN singular que hace que los granotas nos identifiquemos como miembros de nuestra familia pese a no conocernos.

Los del Levante nos conocemos todos, según sostiene un amigo aficionado del otro equipo de la ciudad que desconoce la actual masa social levantinista. “Eso era antes, en los ochenta y noventa”, le respondo.
Estamos de acuerdo en que en esa época todos los de la grada nos resultaban familiares. Pero ahora intentas identificar en la tele a los granotas que aparecen en la zona visitante y solo conoces a unos pocos. La mayoría ni te suenan, como un simpático calvo encamisado, con capirote de papel para cubrirse la testa en Cádiz, o familias desplazadas en bloque que nunca habíamos visto…
“Pero si os cruzáis por la calle, enseguida os reconocéis”, me replica sin rendirse. Es posible porque es perceptible un algo en la identidad granota que nos hace ser más sufridores… incluso más resignados. Por ejemplo, todos sabemos que somos un club vendedor. Y quien se olvida de eso, quien abandona la austeridad y pierde la cabeza en época de bonanza creyéndose nuevo rico, aboca al club al abismo como recientemente ha ocurrido.
En el Levante, cualquier jugador que despunte, a poco que la oferta sea razonable, es traspasado. No hay otra, y más en las actuales circunstancias. Por eso todos asimilamos que Andrés García, con 21 años y un tremendo potencial, va a volar. A Portugal (Sporting de) o a donde sea. Y Kocho. Y Carlitos. Disfrutémoslos mientras nos duren.
Aunque es necesario combinar sensatez y equilibrio. Por eso no hemos terminado de entender la apuesta estival por traer un jugador al borde de la jubilación y convertirlo en el mejor pagado de la plantilla, obligando a contar con pocas fichas y asfixiando la tesorería.
"El aficionado granota es optimista, pese a todo. Quizás por eso hemos renovado a Felipe Miñambres hasta junio de 2027 como director deportivo y, aun así, continuamos soñando con alcanzar los objetivos".
También somos “resilientes”, como dicen ahora los cursis en lugar de emplear “resistencia” o “entereza”. Y no nos referimos precisamente a aguantar de mala manera el empate a cero fuera de casa. Si no a resignarnos para evitar enviar a freír espárragos a quien se excusa en el conformista “El empate es bueno” para camuflar esa falta de ambición de unos jugadores que se adivinan con mucho más fútbol del que ofrecen. Nos preguntamos por qué somos incapaces de ganar dos veces consecutivas como visitante.
Además, el granota es difícil de contentar. No nos gusta regodearnos demasiado. Nos gusta ganar, claro, pero sólo de vez en cuando, para hacer gárgaras con el resultado y quitarnos de la boca, temporalmente, el sabor de la frustración.
El aficionado de Orriols es fiel y noble. Revolucionario. Disfruta al salirse del rebaño. Somos guasones. Y optimistas, pese a todo. Quizás por eso hemos renovado a Felipe Miñambres hasta junio de 2027 como director deportivo y, aun así, continuamos soñando con alcanzar los objetivos.
Por eso, si nos cruzamos con alguien de estas características, no es extraño que le reconozcamos y le preguntemos si también es del Levante. O no.
Comments