Lo de la primera jornada frente al Huesca debería servir para tomar nota de qué va esto y poner soluciones
Ante un inicio titubeante en la categoría se pueden adoptar dos actitudes: la negativa y crítica contra todo, tan típica del cenizo de grada que anda quejándose desde el minuto uno de partido, o la positiva y confiada de quien -visto lo visto- atisba las enormes posibilidades de crecimiento futuro del equipo en vista del pobre presente. La semana maña de comienzo liguero (Huesca y Zaragoza) es como un bofetón de realidad de la categoría que nos aguarda a los granotas: poco fútbol y mucha brega. Es lo que hay. No esperen otra cosa. Y ante eso hay que mentalizarse para acudir a La Romareda con el cuchillo entre los dientes.
Escribía Balzac que en las grandes crisis el corazón se rompe o se curte. La cita viene como anillo al dedo: o nos dejamos arrastrar por el desaliento o aprovechamos la experiencia de la primera jornada para mejorar nuestra situación de cara al futuro. En el fondo, cada partido malo siempre genera oportunidades de rectificar en el siguiente lo que se ha hecho de manera deficiente. Cada encuentro nos curte en Segunda. Lo de la primera jornada frente al Huesca debería servir para tomar nota de qué va esto y poner soluciones. Hay un largo camino por recorrer e infinidad de cosas a mejorar. Pero no todo es malo. Es cierto, se generaron muchas dudas en un equipo en pleno proceso de ajuste… pero también algunas certezas.
Dudas: la preparación física no es la más óptima, con los jugadores fundidos en el último tramo; falta gol y generar más ocasiones; hay futbolistas que aún deben acoplarse a la categoría, con posiciones mal cubiertas; los carrileros “tienen dificultades” para poner centros en condiciones; Nafti es un amarrón con miedo a perder, más preocupado de formar un bloque compacto que de crear juego y generar oportunidades; falta más valentía y ambición; para poder llegar a ser creativos hay que perder el miedo a equivocarse; los partes médicos de “Asisa Informa” y las maltrechas rodillas de los jugadores nos van a tener en ascuas durante toda la temporada…
Certezas: la exigencia es alta; esto no ha hecho más que empezar; la plantilla no está cerrada, de hecho será muy distinta dentro de tres semanas; hay jugadores que todavía deambulan por el vestuario mareando al personal y que deberían estar fuera a estas alturas; y, la más importante, Mehdi Nafti es el entrenador del Levante, para bien y para mal.
Son tiempos para el optimismo y para viajar a Zaragoza con la ilusión de los neófitos. Este Levante, con sus virtudes y defectos, es un equipo en crecimiento al que todos los granotas deberíamos apoyar de inicio para afrontar el futuro en la categoría con las mejores armas. Una de ellas es la confianza. Y como apuntó Thomas Szasz, “la confianza se adquiere por la duda, como la habilidad por la práctica”. Todavía es muy pronto. Hay que tener paciencia y confiar en el trabajo que se viene haciendo. Lo contrario es tirarse un tiro en el pie. O no.
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