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José Martí

Una invitación formal

Durante este mes y medio de Mundial, a aquellos que de verdad les guste el fútbol, les invitamos a matar el gusanillo visitando el nuevo Ciutat.


Los estereotipos son difíciles de erradicar. Son prejuicios individuales compartidos por un grupo de gente que se retroalimenta con la multitud, con el espejo de los otros que piensan como tú. En el mundo del fútbol lo padecemos día a día. También en esta ciudad. Nos referimos a esas ideas fijas que una afición rival tiene de la otra. Un granota, por ejemplo, piensa que los seguidores del otro equipo que abandera el nombre de la ciudad son engreídos, monopolistas y prepotentes. Lo que, aunque pueda tener cierta base, no dejan de ser prejuicios que, analizados con objetividad y un poco de racionalidad, se convierten en absurdos. O cosas como que la mayoría de los granotas arrastramos alguna deformidad, somos unos acomplejados y -además- resultamos muy cansinos con lo de ser el equipo más antiguo de esta tierra, reivindicar la “dichosa” Copa de la República o llamar “chotos” a los de la otra acera. Suena a chiste, pero asombra comprobar hasta qué punto estas estupideces están grabadas en el cerebro de la gente según a qué lado de la trinchera se encuentren.


Siempre es bueno tener la mente abierta. En el fútbol también. Tengo un amigo del Cabanyal que suele decir que está a favor de la discrepancia, en general, pero sobre todo si la discrepancia coincide con su opinión. Es el mismo que sostiene que lee muchos libros para no contaminarse en exceso de ningún sectarismo partidista y poder confrontar diferentes puntos de vista, aunque sobre fútbol solo lee publicaciones relacionadas con el Levante “para no perder el tiempo”. Somos muy tolerantes y librepensadores hasta que algo nos afecta.


¿Si hemos dado cobijo a los groguets por qué no a los chotets? Serán bienvenidos. Ni siquiera hace falta que animen al Levante. Solo siéntense y disfruten del fútbol del equipo de Calleja.

Todos tenemos compañeros blanquinegros con los que nos llevamos amigablemente… mientras no salga el tema del fútbol. Un hermano mío, sin ir más lejos, resulta ser una magnífica persona pese a ser abonado del equipo de titularidad asiática. Algún defecto tenía que tener. Ahora se les va a hacer largo el Mundial. Parados y sin jugar. Otra vez de pretemporada, en pleno otoño, solo centrados en atacar y tratar de minar al propietario, ese multimillonario de Singapur al que pusieron una alfombra roja porque iba a solucionar todos los males económicos y deportivos de su club. Mientras, nosotros seguimos en plena tensión competitiva, en Segunda sí, pero disfrutando, viendo buenos partidos en directo, nerviosos con el choque del domingo frente a Las Palmas. Por eso, durante este mes y medio, a aquellos que de verdad les guste el fútbol, les invitamos a sumarse a la familia granota y poder matar el gusanillo visitando el nuevo Ciutat, aunque solo sea en plan cuñados despegados que miran por encima del hombro porque se creen mejores que los pringadillos de su familia política. ¿Si hemos dado cobijo a los groguets por qué no a los chotets? Serán bienvenidos. Ni siquiera hace falta que nos animen. Solo siéntense y disfruten del fútbol del equipo de Calleja.


Por mucha rivalidad que haya, nunca olviden lo que escribía Benedetti: “Pese a los enfados y arbitrariedades, el amor al fútbol implica el reconocimiento del otro”. Estaría bien que entre todos intentásemos romper el vidrioso mar de los estereotipos. Pero supongo que, para conseguirlo, primero tenemos que creérnoslo nosotros. Y echando un vistazo alrededor a veces resulta casi imposible. O no.

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