El Levante ha tocado suelo en lo deportivo y en lo social. Es la hora de levantarse, coger el toro por los cuernos y empezar a tomar decisiones con los pies en la tierra.
El panorama granota pinta negro, en lo deportivo y en lo institucional. Lo peor es que no hay atisbos de recuperación y algunos, menos optimistas que otros, solo vislumbramos nubarrones en el horizonte.
En lo deportivo al equipo empieza a fallarle el pulso, en preocupante situación anímica terminal, sin apreciarse signos vitales ni síntomas de recuperación. Cada nuevo partido parece revivir el día de la marmota: se empieza bien, con el marcador a favor, y luego, tras decisiones arbitrales extemporáneas, le empatan y se hunde irremisiblemente, sin ninguna capacidad de reacción.
Puede que la plantilla sea joven, puede que solo encaje goles por fallos absurdos en defensa o los arbitrajes sean nefastos… pero las excusas no sirven de coartada cuando solo consigues dos puntos de dieciocho. Lo cierto es el equipo está al límite y deprimido, donde hasta los propios jugadores parece que han perdido la fe en su entrenador. Incluso Miñambres empieza a amagar con mover ficha si hay debacle ante los vallisoletanos.
En lo social la situación no es menos desalentadora. En espera de la convocatoria de la próxima Junta de accionistas para conocer el estado real del enfermo y su el verdadero diagnóstico, con facturas apareciendo en el fondo de los cajones, asistimos perplejos cómo se le da cuartelillo en diversos foros a quien nos ha hundido en el fango. Inexplicable. No está el patio para ir sacando pecho por ahí y alardear de la herencia envenenada. Solo pedimos un mínimo de pudor.
Llega el momento de redefinir el proyecto, elaborar un camino claro y levantar un nuevo Levante para el futuro. Con realismo, sin falsas expectativas.
Llega el momento clave de ser resolutivos en los dos ámbitos. La hora de los valientes. El tiempo de redefinir el proyecto, elaborar un camino claro y levantar un nuevo Levante para el futuro. Con realismo, sin falsas expectativas. Toca pasar página de una vez por todas a la anterior etapa, con los pies en la tierra y, con valentía, adoptar las disposiciones necesarias para garantizar la viabilidad deportiva y social de la entidad, por muy dolorosas que puedan resultar.
Los granotas necesitamos certidumbres, franqueza y decisiones realistas, sin vacilaciones ni aplazamientos que sigan agrandando la brecha y permitan el equilibrio. Desde un planteamiento constructivo y viable. Dejémonos de ensoñaciones que solo conducen a la nostalgia y la melancolía.
Las próximas semanas serán decisivas. La indefinición, el dejar pasar el tiempo, el seguir deshojando la margarita sobre el mejor plan de salvación, no beneficia y puede resultar letal para un club que cada vez se acerca más al abismo.
Lo sabemos: es fácil hablar desde fuera. Lo complicado es gestionar y acertar. Pero precisamente para eso están donde están. Para tomar decisiones. O no.
Commentaires