A falta de jugadores en la selección española, en los últimos tiempos hemos padecido el bombardeo mediático de "la Georgia de Mamardashvili". Al final ha resultado ser un granota la verdadera estrella de Georgia.
Pocos en Valencia, más allá del entorno granota, sabían que en el combinado nacional de Georgia jugaba un futbolista del Levante UD. Por estos lares solo escuchábamos y leíamos acerca de “la Georgia de Mamardashvili”, como si no hubiera nadie más: “Mamardashvili lidera la convocatoria de Georgia para la Eurocopa”, “El sueño europeísta de Mamardashvili y Kvaratskhelia”, “Mamardashvili clasifica a Georgia” o “El portero de los cien millones” (?).
Suele pasar que andamos metidos en nuestra burbuja micro cósmica, en un mundo abreviado, pequeño, reducido, y terminamos creyendo que la realidad gira en torno a eso. Y no.
Nos ocurre a todos. También en el fútbol. A los del Madrid (tenemos el gol de Arda Güler hasta en la sopa, como si fuera un gol de España; o qué me dicen de la incertidumbre generalizada por el futuro de la nariz de Mbappé); les sucede a nuestros vecinos que piensan que España entera odia a Peter Lim a todas horas, sin percatarse de que el singapureño, con una gestión austera y sensata, objetivamente está salvando al club de su propiedad de la quiebra económica. O que el tal Giorgi Mamardashvili es el mejor portero del mundo, “con diferencia”, apostilla alguno en su desmesura (por algo está en el club de Mestalla, rematan), anhelado por todos. En el último torneo internacional, el Mundial, recuérdenlo, también nos dieron la tunda con la ausencia de Gayá por lesión. Ahora que ninguno de sus jugadores tiene nivel para alcanzar la selección nacional española, toda la atención chotera se centra en la Georgia del guardameta.
Nuestros vecinos piensan que toda España odia a Peter Lim a todas horas, sin percatarse de que el singapureño, con una gestión austera y sensata, objetivamente está salvando al club de su propiedad de la quiebra económica.
Pues ha sido empezar a rodar el balón y descubrir que el MVP del conjunto georgiano en su primer partido frente a los turcos no fue este Giorgi sino un levantinista, forjado en el filial, que debutó con el primer equipo granota en la última jornada de la temporada 19-20. En Castalia lo conocen bien pues estuvo cedido una temporada.
Giorgi Kochorashvili dio el martes un golpe en la mesa de la Eurocopa con una exhibición mayúscula: asistencia en el gol y un balón a la madera después de una jugada que estuvo cerca de convertirse en el gol del torneo. El centrocampista de 24 años completó 61 de 67 pases (91% de acierto), siete de siete en pases largos (100%), un regate completado y siete duelos ganados en suelo de diez disputados. Un espectáculo. Estadísticas de crack. Mientras, Danvila se frota las manos.
No cabe duda con quien vamos en esta Eurocopa (salvando España): con la Georgia de Kocho. Que, en realidad, es la misma que la de Mamardashvili. Por eso, el día 22, contra Chequia, todos (granotas y chotos) somos Giorgis. O no.
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