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José Martí

Quince años después

Una afición es más cuando se mueve. El sábado éramos medio millar de orgullosos granotas dispuestos a dar alas al equipo.


Solo habíamos visitado La Romareda en una ocasión. Hace quince años. En concreto, en octubre de 2007, donde salimos goleados (3-0) con tantos de Sergio García y Oliveira (2). Por aquél entonces el Levante empezaba a padecer el caos de la huida hacia adelante de Villarroel que, pocos meses después, abocó al club al concurso de acreedores. Regresamos al viejo estadio zaragozano el pasado sábado. Sentados en la grada reflexionamos sobre el tiempo pasado desde entonces y el enorme salto diferencial en la entidad granota desde aquella visita. Entonces acudimos solos. No había nadie más del Levante cerca. Ni siquiera contaba con zona visitante habilitada para la ocasión. Éramos un club casi desconocido en Primera, con sensación de invitados de paso. Aún recordamos que nos dejaron temblando en las taquillas mañas haciéndonos pagar la entrada a precio único (y muy caro) hasta a los bebés que llevábamos a cuestas, confiscándonos el carrito a la entrada. Cuando nuestra querida esposa nos planteó la opción de quedarse fuera le cité a Nick Hornby en su archiconocido Fiebre en las gradas: “lo que diferencia a un hincha de un verdadero hincha es la de gastarse una buena cantidad de su dinero en viajar y seguir a su equipo por diferentes estadios”. Tres lustros más tarde, y después de presenciar humillantes goleadas tras recorrer cientos de kilómetros, seguimos juntos.

"La diferencia entre un hincha y un verdadero hincha es la de gastarse una buena cantidad de su dinero en viajar y seguir a su equipo por diferentes estadios”

Lo cierto es que la afición está determinada por los movimientos que los hinchas son capaces de hacer individualmente o en masa. Ojo, solo la peregrinación a tu propio estadio cuando el equipo juega en casa es también un viaje con su propia liturgia. Pero una afición lo es más cuando se mueve. Aporta argumentos al famoso relato.


El sábado éramos medio millar de orgullosos granotas dispuestos a dar alas al equipo. Menuda diferencia desde aquel otoño de 2007. En ese tiempo el Levante ha pasado por casi todo: ha estado al borde de la desaparición, ha celebrado el centenario, triplicado su masa social, celebrado dos ascensos, jugado en Europa, remodelado el campo… Ahora apenas cabemos en la grada de la Romareda. Medio millar de granotas apretados y acalorados sufriendo los vaivenes del equipo de Nafti. Observamos a nuestro alrededor y vemos cómo han cambiado las cosas para mejor, el enorme salto cualitativo y cuantitativo que hemos dado como club, con juventud y futuro en las gradas. Podemos mirar de tú a tú a equipos de la talla y la historia del R. Zaragoza.

Cómo han cambiado las cosas para mejor, el enorme salto cualitativo y cuantitativo que hemos dado como club, con juventud y futuro en las grada

Hay que valorar y saber disfrutar lo que tenemos y el camino recorrido. Pero eso no es óbice para no dejar de ponderar la incertidumbre presente. Es cierto, la temporada no ha hecho más que empezar, hay que tener calma y oficio y la plantilla aún no está cerrada. Pero mientras nosotros todavía estamos inmersos en una sensación de enorme provisionalidad, con el equipo a medio hacer y sin saber a estas alturas a qué jugamos, con un entrenador más preocupado en buscar excusas que en ganar, otros van haciendo camino en la categoría, poniendo tierra de por medio y demostrando tener las cosas muy claras. Toca espabilar frente al Tenerife. O no.


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