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José Martí

Queremos ser optimistas

Afrontamos las dos inmediatas salidas con el desasosiego de quien no sabe qué va a pasar y con la necesidad de despejar dudas cuanto antes.


No es nuestra intención, apenas disputada la sexta jornada, empezar a dudar de la capacidad del técnico granota. Sabemos que alimentar el runrún solo contribuye a meter más presión, aumentar las dudas y transmitir nervios a la plantilla. Andar cuestionándolo a las primeras de cambio no contribuye a crear el ambiente idóneo para afianzar el proyecto del ascenso. Es muy pronto y el equipo está creciendo. Sí. Tan solo acaba de perder su primer partido y con polémica del VAR dibujando líneas inexistentes hasta conseguir anular el fuera de juego. También. Y además comprendemos que hay que tener paciencia y que la Segunda es muy larga. Incluso que a estas alturas los que ascendieron el curso pasado estaban por debajo en la tabla. Todo eso ya lo sabemos. No insistan más. Pero también vemos que, al margen de los resultados, el equipo anda perdido sin saber a qué juega. Que no tiene un patrón definido ni recursos creativos previstos más allá del saque de banda largo y el pelotazo largo, con cada uno haciendo la guerra por su cuenta.


Empezamos a plantearnos (ojo, no solo en la grada, también desde el propio club) si realmente Mehdi Nafti es el técnico adecuado para pilotar la nave o si puede que quizás la empresa le venga demasiado grande. Si es posible que el míster tenga una idea del fútbol y un estilo de juego diferente a la plantilla de la que disfruta y sea incapaz de sacarle más rendimiento. Nos preguntamos si tal vez la secretaría técnica puede que se equivocara en su elección más arriesgada al apostar por un entrenador todavía verde, poco experimentado y sin contrastar, que nunca se había visto en una de estas.


Empezamos a plantearnos si realmente es el técnico adecuado para pilotar la nave o si quizás la empresa le viene demasiado grande

Lejos de nosotros querer sembrar la inquietud o desanimar a los sufridos seguidores granotas. Son solo preguntas en el aire. Pero no nos negarán que, por mucho que nos empeñemos en intentar ver el vaso medio lleno, no estamos para tirar cohetes ni para felicitarnos. Ni siquiera para autoengañarnos soltando frases del tipo “el equipo trabaja bien y va a más” como hacen algunos ilusos vende-motos.


Más allá de los pobres resultados, todos vemos que el barco (yate más bien) no termina de arrancar, no sabemos si porque el motor todavía está frío, simplemente no funciona o porque el piloto ni siquiera encuentra las llaves para ponerlo en marcha, por mucho que aparente tener la mente despejada.


Afrontamos las dos inmediatas salidas con el desasosiego de quien no sabe qué va a pasar y con la necesidad de despejar dudas cuanto antes. Somos conscientes del positivismo de la famosa frase atribuida a Winston Churchill (aunque vaya usted a saber si realmente es suya): “un pesimista ve una dificultad en cada oportunidad; un optimista ve una oportunidad en cada dificultad” y nos gustaría sumarnos a esa ola. Esa debería ser la actitud en Burgos y Andorra pero, por mucho que nos lo repitamos a nosotros mismos una y otra vez, recordamos los laterales de los últimos partidos y entonces nos venimos abajo. Queremos ser optimistas, de verdad que lo intentamos, pero a veces nos lo ponen muy difícil, casi imposible. O no.

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