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José Martí

La tienda de Campaña

El sevillano es un jugador estratosférico que marca las diferencias. A estas alturas resulta innecesario insistir sobre su clase, visión de juego y ese talento innato que consigue inclinar un partido a tu favor.


No nos referimos a la “pequeña carpa portátil que sirve de alojamiento en el campo” sino al establecimiento para vender algo, en este caso a sí mismo, a Campaña. El gran futbolista sevillano del Levante por fin ha regresado para ponerse en el escaparate y exhibirse en el mercado como el extraordinario producto de calidad que es.

Dos años después parece estar dispuesto a sacrificarse para que vuelva a resultar atractiva su contratación por parte de otros equipos que él considera de más nivel. No se lo reprochamos. El negocio del fútbol funciona así. Es totalmente legítimo. A otros chepudos que juraron amor eterno a nuestros colores, les faltó tiempo para desertar y abandonar la nave al primer canto de sirena. Aprovechémoslo mientras, porque se trata quizás del mejor jugador de la plantilla granota (con permiso de un Bouldini que empieza a explotar).


Nadie duda de sus enormes cualidades futbolísticas. Es el típico tipo que, cuando rinde y se siente a gusto, todo el mundo quiere tener cerca en el campo. Los entrenadores lo aman. Javier Calleja, un entrenador listo que logra sacar la mejor versión de cada jugador, está sabiendo tirar de él y motivarlo con titularidades y fortalecimiento mental.


El gran futbolista sevillano del Levante por fin ha regresado para ponerse en el escaparate y exhibirse en el mercado como el extraordinario producto de calidad que es.

El despertar del “monstruo brutal” de la categoría, “el Titánic de Segunda” (según palabras del míster albaceteño) tiene mucho que ver con su regreso. Por fin vimos en el Carlos Belmonte, maravillosamente arropados por una afición de Primera, la magia de ese mediocentro con clase y enorme capacidad para construir la jugada, dar el último pase y ver el fútbol como un arquitecto. En Albacete jugó de inicio en una posición que hacía tiempo no ocupaba: como mediocentro puro, con Pepelu como pivote a su lado. Desplegó su versión más diferencial con gol (un año después) y una asistencia de lujo para volver a liderar el equipo.


De José Gómez Campaña hemos venido cuestionando su falta de motivación e implicación en determinados momentos, su individualismo, escaso compañerismo, comportamiento en ocasiones inmaduro sobre el césped (y fuera de él), y cierto carácter abúlico que pueden lastrar su personalidad, pero también sabemos que, motivado, es un jugador estratosférico que marca las diferencias. A estas alturas sobra todo lo que digamos de él tras seis años en el club. Resulta innecesario insistir sobre su clase, visión de juego y ese talento innato que consigue inclinar un partido a tu favor.


Poco nos importa que su gran motivación para dejarse la piel en el campo sea no dejar pasar quizás su última gran oportunidad, mostrarse en el expositor de su propia tienda como un chollo para el posible comprador y marchar tras siete temporadas en el club: demostrar al Sevilla que puede ser uno de los grandes revulsivos invernales para eludir el descenso o, por ejemplo, al Atleti que es el jugador que necesitan para tapar sus carencias futbolísticas. Ojalá, debe pensar Catalán frotándose las manos. En realidad, lo que todos los granotas deseamos de verdad es volver a disfrutar de ese gran jugador. Con este Campaña, con la cabeza en su sitio y al que respeten las lesiones, el ascenso está mucho más cerca. O no.

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