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José Martí

Uno de los grandes granotas de todos los tiempos


La familia granota está triste. Llora la pérdida de uno de sus seres más queridos y emblemáticos. Un referente que ya heredó el sentimiento granota, por la rama gimnastiquista, de su padre y que durante décadas ha transmitido su pasión por el Levante no solo a su familia sino allá por dónde fuera. Su amor por la entidad le llevó a estar siempre dispuesto a echar una mano donde hiciera falta y aportar su sabiduría, espíritu de servicio, consejo y entusiasmo a quien lo requiriera. Él cumplió con su misión y la vida de mucha gente fue mejor gracias a su paso por el mundo.

Su marcha ha ido acompañada de numerosas muestras de pésame y elogios laudatorios, evidenciando su extraordinaria categoría humana y lo que muchos ya sabíamos: que además de un levantinista ejemplar era una gran persona, muy querida por todo aquél que haya tenido la fortuna de tratarlo. Incluso convirtió su larga enfermedad en una fuente de inspiración y en auténtico ejemplo de lucha y superación. Un maestro de periodistas escribió que “las maneras de morir -qué nos llevamos a la muerte y quién nos lleva- siguen diciendo mucho sobre las maneras de vivir”. Y con Pedro así ocurre.


No he tenido la suerte de compartir personalmente muchos momentos juntos, pero cuando nos veíamos destacaba por su amabilidad. Siempre recuerdo cuando nos cruzábamos en los desplazamientos, por los aledaños del estadio ajeno, y le llamaba la atención la chiquillería que nos acompañaba, ya fuera en carritos infantiles, cogidos de la mano o portando banderas ya de más mayores. ¿A cuántos hijos habéis traído hoy? preguntaba divertido, o un “cómo crecen de rápido”, comentaba.


Déjenme desvelarles un secreto conocido por mucha gente. En realidad, Pedro no nos ha dejado. Sigue con nosotros, continúa apoyándonos desde el Cielo. Permítanme la licencia de poner en su boca lo que escribió San Agustín hace ya muchos siglos: “La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado (…). Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista?”.


Y continúa: “Creedme: cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a ver a aquél que os amaba y que siempre os ama”.


Este domingo el levantinismo y el mundo del fútbol rendirá homenaje a quien ya ha pasado a la Historia, con mayúsculas, de nuestro club y se encuentra entre los granotas más grandes de todos los tiempos. Nuestras condolencias a su familia y a su hijo Quico en estos momentos de dolor. Ahora, no lo duden, el Cielo es un poco más granota.


Y, Pedro, anda, contra el Albacete échanos una mano desde allá arriba.

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