El banquillo cambia la cara de un Levante UD roto en la segunda parte que enlaza dos victorias consecutivas en casa
Si algo tiene el Levante esta temporada es calidad y pegada. Y no jugar conforme a ello sería un error. Nafti ha pasado de la defensa de 5 de la primera jornada a un 4-4-2 hiper ofensivo con Iborra y Montiel en la batuta. Y aunque el equipo no termina de carburar en cuanto al juego, sí que lo hace en efectividad. 6 tiros a puerta y 4 goles.
El tunecino planteó un equipo vertical y atrevido con Rober Ibáñez y Soldado como principales protagonistas (con el permiso del árbitro). Buscando el balón largo constante y la calidad de los extremos granotas, el Levante debió haber cerrado el partido en la primera mitad. El resultado es totalmente engañoso para el aficionado neutral y vale la pena tomar nota de ello.
El equipo se hundió en la segunda parte en la que se vio superado física y tácticamente por el filial amarillo. Tiene pinta de que el centro del campo va a ser un dolor de muelas constante a lo largo de la temporada. Montiel como mediocentro no puede ser más que un parche. Iborra se vio solo en muchos momentos del partido y la afición reza por la salud de Pepelu y Campaña.
El partido lo ganó Miñambres con los fichajes. Y Nafti sacándolos, aunque un poco tarde. Brugué y Bouldini le ponen un punto de energía más al equipo, que acaba goleando en un encuentro que pudo llegar a perder.
El Levante UD empieza a coger carrerilla y escalar posiciones en la tabla. La calidad de este equipo empuja a ello. Y más si se enganchan jugadores como Soldado, Bouldini, Brugué o Saracchi llamados a ser importantes a lo largo de la temporada. Variantes le sobran a un equipo que se enfrenta a un septiembre y octubre diseñados para colocarse en primera línea de parrilla: Cartagena, Burgos, Andorra, Racing, Mirandés, Leganés e Ibiza deberían de marcar el camino al alza de este Levante UD.
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