Tras una gran primera mitad, el Levante concedió la primera derrota de la era Calleja con dos goles encajados a balón parado.
Tarde o temprano iba a llegar. Cinco meses después, el Levante firmó la primera derrota con Calleja. Y lo hizo por todo lo alto: 3-0 en Huesca, fuera del ascenso directo y con pérdida de identidad defensiva tras recibir dos goles a balón parado.
Al contrario que en otras salidas, el Levante empezó con mucho ritmo el partido. Con una buena salida de balón (pese al empeño de Son y Rober Pier), desplazamientos continuos de Martínez y Pepelu e internadas incisivas de Montiel y De Frutos, el Levante encerró al Huesca con relativa facilidad. De hecho, varios disparos de fuera del área hicieron parecer que el primer gol estaba al caer.
Sin embargo, el equipo recibió de su propia medicina: gol a balón parado de cabeza tras una dudosa falta al borde del descanso que derivó en imprecisiones y dudas continuas. Por el contrario, el Huesca se acomodó, juntó las líneas y contraatacó de manual. Y el regalo del segundo gol lo acentuó todo todavía más.
La segunda parte del Levante fue de las más planas de la temporada, como si el equipo hubiera perdido el partido directamente tras el 2-0. Además, volvió a reflejar la falta de fondo de armario de un equipo que no cuenta con "revulsivos de ascenso". Prueba de ello es que Calleja ni agotara los cambios.
Era cuestión de tiempo que llegara la primera derrota. Aunque la goleada y el masivo desplazamiento de la afición la hacen más dolorosa, más vale que esta derrota haya llegado en Huesca y en la jornada 30 que en Eibar o Gran Canaria en la jornada 37.
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