El Levante se reengancha a la lucha por el ascenso en un partido que se complica de forma innecesaria y que encamina el inicio del nuevo entrenador
Bienvenido Calleja. Miñambres no ha podido encaminar mejor el inicio del nuevo inquilino del banquillo granota. Partido muy soso de los granotas, pero lo suficientemente serio para encadenar las dos primeras victorias consecutivas del Levante UD. Miñambres quizás no es un entrenador, pero es un profesional con las ideas claras. El astorgano le dio continuidad al planteamiento de Anduva y el Levante volvió a realizar un partido muy disciplinado imponiendo el equilibrio y el sentido común a la calidad individual y el desorden táctico.
Es cierto que el planteamiento del Leganés invitó al Levante a implantar su idea de partido. También es cierto que el de Huesca, Tenerife, Cartagena o Racing no fue muy distinto. Por primera vez, vimos un Levante UD muy superior al rival en cuanto al juego durante los 90 minutos. Quizás sin la chispa necesaria para abrir la lata, pero sí con un rigor que se echaba de menos.
Miñambres le ha dejado en bandeja el equipo a Calleja: a menos de un partido del playoff de ascenso y en una dinámica ascendente. Veremos qué equipo nos encontramos bajo la dirección del madrileño. De momento, parece que el futuro a corto plazo del Levante UD pasa por recuperar la confianza de una plantilla dubitativa. Ante el Leganés, la inseguridad del equipo hizo peligrar los tres puntos, desde las dudas de Cárdenas hasta el miedo a dormir el encuentro con la posesión.
Ibiza como próximo destino e inicio del camino de Calleja y el Levante UD. El futuro del club pasa por su manos. Miñambres le ha mostrado la ruta a seguir, ha mantenido el barco a flote y poco a poco debe construir un transatlántico con rumbo a Primera.
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