Nuestra atención se centra en el Levante. Tenemos los cinco sentidos futbolísticos puestos en las próximas jornadas ligueras hasta Navidad, en el partido del domingo frente al Lugo.
El interés del aficionado granota por el Mundial es, en estos momentos, escaso. No es que los del Levante pretendamos boicotearlo poniéndonos dignos de pronto en defensa de los derechos humanos o porque al fútbol le cueste abrirse paso en un Mundial tan excluyente, tan raro, tan poco Mundial. Ni siquiera por la prohibición de beber cerveza en los estadios (aquí llevamos así media vida). No, es más sencillo: simplemente disfrutamos más con lo nuestro. Nuestra atención se centra en el Levante. Tenemos los cinco sentidos futbolísticos puestos en las próximas jornadas ligueras hasta Navidad, en el partido del domingo frente al Lugo (España jugará a continuación) que nos puede situar en puestos de ascenso directo por primera vez, y en disfrutar de su juego, aunque Las Palmas nos empatase en el último segundo.
Eso no quita para que, a medida que la competición mundialista vaya avanzando y la selección sorteando fases, nuestro interés sea creciente. Pero no somos tan fanáticos, cerriles ni limitados como para considerar una afrenta a todo el pueblo valenciano la exclusión de la concentración nacional de un jugador prescindible y lesionado, por mucho que sea de Pedreguer; ni tampoco queremos que gane el Mundial Costa Rica porque allí jueguen exgranotas como Oscar Duarte o Keylor Navas, aunque tengan nuestras simpatías. O Serbia por Sasa Lukic o, ya puestos, Uruguay por Martín Cáceres. Incluso hay encuentros mundialistas que nos preguntamos, no sé ustedes también, si el Levante es mejor que esa o aquella selección. Si le ganaríamos a Irán, Catar o Australia. Ya ven, en realidad estamos a otra cosa.
Nos preocupa la dificultad que presenta el equipo para cerrar los partidos. No hay un solo encuentro en que no hayamos acabado encerrados en el área, defendiendo el resultado con uñas y dientes.
Apenas le hemos dedicado tiempo a la cita mundialista. Vemos todo esto del Mundial de refilón, como en un segundo plano. Desde el escepticismo que da la distancia de quien considera que tiene cosas mejores que hacer: en concreto un ascenso, ahí es nada. Por eso, a la pregunta de con quién vamos los del Levante en el Mundial la respuesta a bote pronto, no meditada, es la misma que la de cualquier aficionado español al fútbol en espera de futuros acontecimientos que nos metan más en el torneo.
Lo que de verdad nos preocupa en estos momentos, más allá de las deficitarias cuentas del club granota en el último ejercicio conocidas esta semana, es la dificultad que presenta el equipo para cerrar los partidos y padecer hasta el pitido final. No hay un solo encuentro en que no hayamos acabado sufriendo, encerrados en el área, hundidos atrás, defendiendo el resultado con uñas y dientes. Es cierto, esto es Segunda y no hay rival fácil, pero la solvencia que viene demostrando el conjunto de Calleja durante muchos tramos debería servir para cerrar los partidos y no pasar esos apuros finales que parecen incrustados en nuestro ADN. Esa es la asignatura pendiente del entrenador. Porque, como escribió el clásico, “el mucho apurar las cosas le quita a uno la fe”. Ah, y queremos que el Mundial lo gane España. Por supuesto. O no.
Comments