El Levante UD sale a especular con el empate y se lleva una merecida derrota que lo aleja del ascenso directo
Como si fuera el Día de la Marmota, el Levante UD lleva toda la temporada repitiendo los mismos errores: relajación, falta de fluidez ofensiva y ausencia de carácter para sacar los partidos adelante cuando se complican. Y en Tenerife se volvió a repetir la película. Como si lo blanquiazules se estuvieran jugando no solo el ascenso directo, sino también el futuro del club, y los granotas se encontraran en tierra de nadie disfrutando de un final de liga tranquilo.
Cuesta mucho pensar que este equipo pueda acabar ascendiendo. La desgana que transmite en “finales” como las de hoy tienden a hacer creer que jugadores y cuerpo técnico viven en una realidad paralela al aficionado. Una jornada en la que se podía decidir el ascenso, ante un rival asequible y con enfrentamientos directos de todos los rivales, el Levante UD salió con la calculadora en mano a especular con el partido. ¿Dónde está la ambición del otro día frente al Alavés? ¿No era el partido más importante de la temporada, Calleja?
El madrileño repitió la formación habitual de las últimas semanas: 4-4-2, pero con una actitud conservadora, como si el paso de los minutos jugara a nuestro favor. Y un par de buenas paradas de Femenías (MVP del partido) evitaron el desastre antes de un descanso en el que Calleja decidió dar continuidad a un equipo totalmente sobrepasado. Enric Gallego rejuveneció 10 años a la espalda de Mustafi, Saracchi sigue empeñado en demostrar que cada partido puede jugarlo peor que el anterior, Iborra se vio totalmente desbordado en el mediocampo, Rober Ibáñez se enfrascó en una guerra absurda con el colegido y De Frutos parece haberse olvidado hasta de conducir el balón.
¿Y con esto pensamos ascender? Pues es lo que hay. Quedan tres finales y la afición volverá a remar contra el Ibiza. No hay tiempo de lamerse las heridas. Esta plantilla no merece ascender, pero el Levante Unión Deportiva sí. Y contra el Ibiza hay que volver a sumar de tres. No queda otra.
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