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José Martí

¿Qué tal Calero?

Esta es la pregunta que nos hacen a los granotas esta semana. ¿Qué nos parece el nuevo entrenador?


Uno de los problemas de tener cierta edad es la limitación de la capacidad de sorpresa. Por eso, la presentación de Julián Calero no nos sorprendió en absoluto y resultó la típica rueda de prensa motivacional de quien llega cargado de ilusión y ganas por empezar un proyecto de cero. Lo normal.


Por momentos hicimos un ejercicio de abstracción y, viendo su acompañante a la izquierda (Felipe Miñambres), su aireada cabeza y su empeño en tratar de entusiasmarnos con una palabrería contagiosa, nos pareció retrotraernos a la presentación de Mehdi Nafti hace apenas dos años. Más o menos fue la misma escena, con un discurso tribunero muy similar:  trabajo duro y esfuerzo; ilusión para darle alegrías a la afición; humildad y unión, etc, etc, etc.


Las palabras suenan igual. La trayectoria es muy distinta. Nafti era un experimento sin garantías. Un capricho de un Felipe muy dado a dejarse convencer por entrenadores locuaces. A Calero le avala su recorrido en la categoría, su trabajo y sus resultados. Arrastra un prestigio y una forma de trabajar que nos lleva a confiar en el éxito de su misión.     


Incluso reconoció con una frase inocente de recién llegado lo que todo el mundo piensa desde fuera y nadie reconoce desde dentro: “venimos de dos años malos”. Quizás en pocos días matice esta afirmación, maquillándola con términos como “mala suerte” o “falta de efectividad”. Pero la realidad es que los dos últimos años han resultado una pesadilla para el aficionado que ha contemplado impotente la falta de trabajo y nula ambición en el césped.        


Solo una puntualización, Julián. Los granotas nos sentimos muy orgullosos de nuestros colores y de nuestro escudo. Siempre. Pase lo que pase. El problema más bien han sido los jugadores (algunos que van de estrellas, con su exaltado ego, creyéndose más de lo que son, incapaces de matarse por el compañero). Ellos son quienes tienen que identificarse con la grada y, efectivamente, recuperar nuestros valores más preciados de sacrificio y entrega en el campo para poder resurgir del fango, como tantas veces hicimos en el pasado.  


Estamos contentos con Calero aunque preferimos ser cautos y esperar a que ruede la pelota.

Estamos contentos con Calero. En principio. Reúne las cualidades que echábamos de menos en ese vestuario: competir y ganar partidos. Ahora debería tener margen de maniobra para confeccionar una plantilla a su medida. De momento, preferimos ser cautos y esperar a que ruede la pelota, siguiendo el consejo del colombiano Yesid Muñoz, escritor célebre entre las frases célebres motivacionales: “si no esperas nada de las personas, te ahorraras desilusiones y obtendrás gratas sorpresas”. Aunque esta otra tampoco se queda atrás y nos viene al pelo: “deja de arrepentirte por tus caídas del pasado, levántate y haz todo lo que antes no hiciste”.


El éxito de Calero será nuestro éxito. Todo dependerá, como siempre en el fútbol, de que entre la pelotita. O no.   

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