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Cuanto antes mejor

José Martí

Recomendamos a los padres llevar cuanto antes a sus hijos e hijas al fútbol. Sentirse granotas es fundamental en su educación.


¿Cuándo hay que empezar a llevar a un niño al campo de fútbol? Nos pregunta un padre primerizo granota, como si fuéramos un consultorio. “Cuanto antes mejor, aunque solo tenga meses y arrastres el carrito por las escaleras”, le respondimos amparado en nuestra experiencia como padre de familia numerosa. “Hombre, todavía es muy pequeño con dos añitos y se va a aburrir”, me dijo. Error. “Que venga al Levante y verá como no”, contestamos.


Son cuestiones esenciales en la educación que no se pueden retrasar ni dejar al azar. Cuanto antes se afiance su levantinismo, mejor. Porque esas cosas se van dejando de un día para otro y, cuando te has dado cuenta, ya se te ha hecho xoto o del Madrid. Y entonces aparecen los disgustos. Porque no es igual ser de un equipo que de otro.


"Los visitantes del Ciutat se sorprenden por la numerosa presencia de chavalería en nuestras gradas"

El fútbol existe como metáfora de la vida, como terapia colectiva, como parte de nuestra cotidianeidad. Nos ayuda a formar un carácter y una personalidad, a comprender escenarios diarios similares a los que ocurren en el terreno de juego. Por eso es importante que desde bien pequeño tenga las cosas claras y aprenda buenos ejemplos.

Al principio puede ser más engorroso ir al campo, pero es una inversión de futuro que vale la pena si queremos que sean hombres o mujeres de bien. Deseamos lo mejor para nuestros hijos… y qué mejor que ser del Levante. El esfuerzo en la educación nunca es en balde.


No crean que exageramos. Los visitantes del Ciutat se sorprenden por la numerosa presencia de chavalería en nuestras gradas, más allá de las visitas puntuales de los colegios. De hecho, casi un tercio de los socios tienen pase infantil o juvenil.


A propósito de distintas generaciones, en el ascenso de Lleida hablamos con unos chavales que llevaban un abuelo, ya muy mayor, casi en volandas por los corredores en las entrañas del Camp d’Esports. Nos aseguraron que el ascenso estaba garantizado con su abuelo en el campo.


Fue inevitable acordarse del cuento del argentino Roberto Fontanorrosa sobre el Viejo Casale, aquél anciano delicado del corazón al que unos hinchas de Rosario Central raptaron para llevarle al campo con el inapelable argumento de que en sus tiempos de seguidor activo, aquél hombre nunca vio perder a su equipo. Y daba igual lo que hubiese dicho el médico. Si ganar lo era todo, todo estaba justificado, incluso la vida de ese hombre. Ganamos claro. Gol de Riga.


El próximo día nuestro amigo se lleva al hijo al fútbol frente al Racing de Ferrol. O no… porque es lunes por la noche. Pero eso de los partidos entre semana es otra historia. O no, aunque suene reiterativo.


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