Observamos decepcionados cómo cada vez hay menos espectadores en las gradas pese a la buena marcha clasificatoria del equipo.
Nos preocupa mucho la creciente desafección de los granotas hacia su equipo. Observamos decepcionados cómo cada vez hay menos espectadores en las gradas pese a la buena marcha clasificatoria del equipo y la evidente comodidad del Ciutat, aunque es cierto que no siempre acompañan los horarios.
Nos produce tristeza y cierta desazón contemplar en los resúmenes televisivos los asientos desiertos, cuál palco de estadio catarí al comienzo de las segundas partes mundialistas. No nos gusta ver así nuestra casa. Pero lo entendemos porque el espectáculo que ofrece el Levante como local es cada vez más tedioso. Algo tendrá que hacer Javier Calleja a la vuelta de vacaciones porque el juego resulta soporífero, plano y sin ambición. Y no vale echarle la culpa a la categoría segundona (no solo). El once inicial no sale a comerse al rival. Más bien mantiene una actitud de dejar pasar los minutos, horizontales, en espera de que caiga alguna ocasión de gol y apretar en la segunda parte mientras la portería se mantenga a cero.
Y también algo tendrá que hacer Quico Catalán quien, entre su “glorioso” balance ofrecido en la plácida Junta del lunes donde dejó entrever que seguirá cinco años más o el tiempo que él considere, no mencionó el enfriamiento de una hinchada alejada que cada vez contempla las cosas con mayor distancia (sacar abonos de media temporada para regalar estas navidades es una obligación mínima en un club de fútbol).
Catalán no mencionó el enfriamiento de una hinchada alejada que cada vez contempla las cosas con mayor distancia. Pedimos más examen de conciencia, más humildad y menos rodillo. Más sumar a gente en lugar de apartarla.
El aficionado granota medio no solo no termina de ilusionarse con la marcha del equipo, una vez finalizada la primera vuelta, sino que tampoco se cree ya las historias que intentan venderle sobre la situación del club para tratar de ilusionarle con “el futuro por conquistar”.
La credibilidad de esta Junta anda por los suelos tras todo lo asegurado el curso pasado, ya saben, aquello de “al final nos reiremos de todo esto y disfrutaremos de lo vivido” que acabó en descenso. Intentar huir hacia adelante sin más explicación y fundamento que el plan L’Oreal, “porque yo lo valgo”, más bien produce rechazo y que el personal se baje del carro hasta quedarnos solos. Todo nos suena a milonga, excusas y humo para desviar la atención y poder continuar. Pedimos más examen de conciencia, más humildad y menos rodillo. Más sumar a gente en lugar de apartarla. Y eso no se hace con lemas tipo el Levante somos nosotros, todos, los unos o los otros, organizando bandos y enfrentando trincheras. Se hace abriendo las puertas y con transparencia.
“Si no conseguimos el objetivo de subir a Primera División, tendremos que reestructurar todo”, afirmó el máximo empleado del club reconociendo una prolongación de un modelo exitoso en su momento pero fallido en los últimos años. Aunque, visto lo visto, igual ese es el problema: se pretende continuar haciendo lo de siempre, poniendo en práctica lo que funcionó en un momento dado, para permanecer los mismos de toda la vida y poder seguir haciendo y deshaciendo a voluntad propia. O no.
Comments