Todo en la vida es cuestión de geometría y de equilibrios. Debemos saber gestionar lo que se nos viene encima en las once jornadas que restan. El equipo que lo haga logrará el objetivo.
Los granotas nos sumamos a la indignación general del mundo del fútbol ante el caso Enriquez Negreira. Nadie sabe en qué benefició directamente al equipo culé pero sí que le pagaron unas buenas cantidades por tratar de hacerlo. Y seguro que el Levante salió perjudicado en algún momento. No se rían. ¿Por qué no? ¿Acaso no nos enfrentamos a ellos en diversas ocasiones a lo largo de esos 18 años de presunto soborno continuado al vicepresidente de los árbitros? No podemos dejarlo pasar. Deberíamos ser implacables con la sinvergonzonería de estos clubes que acostumbran a mirar al resto con prepotencia y se creen por encima del bien y del mal. La decencia y la dignidad del fútbol español está en juego. Si hasta el Madrid se persona como “parte perjudicada” en la causa abierta, ¿nosotros vamos a ser menos?
Otro factor en juego es el prestigio de los árbitros, perseguidos ahora por ese estigma. Uno de mis hijos es árbitro novel. Los fines de semana se recorre los campos pitando Fútbol-8 a chavales. Los gritos despectivos que le lanzan desde la grada han cambiado. Ahora se escucha con frecuencia un “pareces Negreira pitando a favor del grande” y similares (el grande en ese partido dedujimos que era el Meliana).
La sospecha estará ahí mientras se pretenda mirar hacia otro lado y quitarle importancia para no molestar a un grande. Si no se actúa de manera contundente (y el Levante debe aportar su grano de arena en la causa) cualquier arbitraje tendrá la sombra de la duda. Vean si no a los manchegos cuestionando el arbitraje del domingo por la segunda amarilla a Mesa.
El Levante también debería personarse en la causa de lo de Enríquez Negreira. Si no se actúa con contundencia, cualquier arbitraje tendrá la sombra de la duda.
La clave, como todo en esta vida, es el equilibrio. Como sostiene Martín Garret, el protagonista de la novela “Revolución” de Pérez Reverte, “todo es cuestión de geometría, de advertir las líneas y curvas, ángulos y azares sujetos a reglas implacables”. Geometría pura… menos en el modo cutre de tirar las líneas del VAR para anular el gol de Bouldini al Albacete. Más seriedad.
También lo del ascenso es cuestión de ponderación y equilibrio para saber gestionar las emociones ante lo que se nos viene encima en las once jornadas que restan. Esto empieza a ser como en la película, Todo en todas partes al mismo tiempo, Everything Everywhere All at Once. No hay momento del día en que no estemos dándole vueltas al ascenso, hasta rozar la obsesión. Tan pronto nos hundimos pensando en lo difícil que está, y más sin Pablo Martínez, como nos autoconvencemos de que vamos a subir seguro. Todo es en clave de ascenso y deberíamos saber sobrellevarlo con calma para afrontarlo con la cabeza fría, pero al mismo tiempo darlo todo.
Sí, es cierto, hay muchos factores que nos invitan al pesimismo: lesiones de larga duración, falta de gol, escaso ritmo de los que han vuelto, atasco táctico ante rivales que se encierran, poca aportación desde el banquillo, las dudas de Calleja, el escepticismo de parte de la grada… pero también hay otros motivos para soñar que es posible: las porterías a cero, la experiencia de jugadores como Iborra, el entusiasmo de parte de la grada, la situación de los rivales directos, la dependencia propia… Todo es cuestión de equilibrio y saber inclinar la balanza hacia nuestro lado. Subiremos. O no.
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