La marcha de Andrés no es un adiós, solo un hasta luego. Nos sentimos orgullosos de su éxito.

La mayoría de granotas nos sentimos orgullosos por la marcha de Andrés García al fútbol inglés. Entiéndanme la contradicción. Por un lado, nos sabe mal porque resta potencial a la plantilla, pero, al mismo tiempo, nos enorgullece que uno de los nuestros tenga éxito, sea valorado y pueda triunfar en la Premier. Como Iborra en su día. Orgullo de levantinismo. Por no citar el prestigio de la cantera y la cantidad económica ingresada que aporta tranquilidad a la apretada tesorería del club hasta final de temporada.
Lo de Andrés tiene mucho mérito. En el futbol actual no es fácil pasar de las canteras al primer equipo, especialmente en los equipos de élite. Resulta complicado para los jugadores más jóvenes nacidos en el club llegar hasta arriba. El caso de Andrés, como antes Pubill o Buba Sangaré, es un ejemplo para los chavales que vienen por detrás. El mensaje que reciben es que con trabajo y empeño pueden jugar en el Levante y abrirse camino en el fútbol profesional. Ahí está la última hornada de los Kocho, Cabello, Espí, Xavi Grande, Marcos Navarro…
Por eso nunca hemos entendido la filosofía de equipos como el Madrid de Florentino por gastar mucho dinero en desarrollar sus equipos inferiores para terminar vendiendo a los jugadores jóvenes a un equipo menor o a otra liga. Absurdo e incoherente. El proceso que siguen no es el correcto.
Andrés un día volverá por la puerta grande. Ténganlo por seguro. Como volvieron Calpe, Ballesteros, Juanfran o Iborra.
Ganar no lo es todo. Es incluso más importante cómo lo haces. Por eso este Levante que venció al Granada nos entusiasmó tanto. Un bloque unido, peleón y picapedrero, donde casi todos trabajaron juntos, sin ahorrar esfuerzos. No me negarán que en el éxito tuvo mucho que ver la suplencia de un Morales, José Luis, que va a la suya y sigue comportándose como si estuviera por encima de los demás.
El secreto de este Levante de Julián Calero está en primar el grupo, lo colectivo, la capacidad de adaptación, la identidad con un club diferente. Competir contra todo el mundo con esos valores y con esa idiosincrasia. Tener la mentalidad de formar parte de un grupo, de un colectivo, y saber dónde aportas más en cada momento. Como Vicente Iborra, estandarte y líder del equipo sin tener apenas minutos en el césped. Por eso nos gusta el regreso a casa de Alex Forés. Y por eso hay que acertar en los refuerzos invernales. Quien venga debe saber que aquí, por muchos galones que haya tenido, no hay mandos. Todos son soldados rasos, ni comandantes ni capitanes con el diez.
Andrés un día volverá por la puerta grande. Ténganlo por seguro. Como volvieron Calpe, Ballesteros, Juanfran o Iborra. O no.
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